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Fantaseaba todos y cada uno de los días con negros. A sabiendas de que su vecino se había mudado de áfrica a su comunidad, la perra la primera cosa que hizo después de despertarse fue ir a la casa de su vecino a que este le calmase sus ganas de semen. La perra disfruto cada centímetro de herencia africana que tenía el cabron. Le lamio cada milímetro de polla y saboreo sus huevos gozando la polla como jamás en su vida. Excitada como estaba, la mujer se puso a 4 patas y le solicitó al negro que le patraña toda la polla y, cuando sintió el poder del miembro viril del negro, la perra prácticamente se pone a plañir implorándole al negro que le sacara su enorme pollon rojo.